artMientras salimos de una crisis sanitaria global cuyas consecuencias han sido paliadas en cierta medida por nuestra conexión con los museos, el cine o la literatura, un creciente número de investigaciones comienza a constatar lo que muchos artistas siempre han sabido: que las artes son capaces de sanar.

 

El último número navideño de The BMJ recogía un estudio que indicaba que el periodo durante el cual la canción del rapero estadounidense Logic “1-800-273-8255” tuvo mayor difusión social se asoció con un notable aumento de las llamadas a Lifeline, la línea nacional estadounidense de prevención del suicidio, cuyo número da título al tema.

 

Más importante aún, los investigadores constataron una reducción de los actos suicidas durante ese mismo periodo. En concreto, estimaron que se habían producido 245 menos a los esperados.

“Esto es muy singular en dos aspectos. Primero porque es una canción, muy diferente de los mensajes de prevención tradicionales; y segundo, no se centra en las muertes por suicidio ni en las lesiones casi mortales. Es una historia de esperanza y resiliencia”, subrayaba en un vídeo adjunto a la publicación su investigador principal, Thomas Niederkrotenthaler, profesor de la Universidad Médica de Viena.

“Los resultados también sugieren que es de crucial importancia colaborar con otros sectores, como la industria del entretenimiento y las artes creativas, para desarrollar narrativas poderosas que resuenen en audiencias diversas”, zanjaba. Analizar que el hip-hop puede salvar vidas es uno de los ejemplos del creciente interés por los beneficios de las artes en la salud y de la propia ciencia por estudiarlos.

Según manifestaba Christopher Bailey, director de la Iniciativa Arte y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el Simposio de Artes Sanadoras celebrado el pasado noviembre en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, “con un creciente conjunto de pruebas de que la incorporación de las artes a los sistemas [sanitarios] y lugares de curación puede mejorar los resultados en salud, reducir los costes y apoyar la recuperación de enfermedades y lesiones, es el momento de una ‘revolución de las artes sanadoras’ que mejore el bienestar de millones de personas en todo el mundo”.

El poder del arte: informes e iniciativas

 

El evento en el que hablaba Bailey formaba parte de la Iniciativa de Artes Sanadoras (Healing Arts Initiative), “un llamamiento a la acción para abordar los retos mundiales de la salud a través de las artes” organizado por la plataforma Culturunners —dedicada a promover la construcción de la paz y el desarrollo sostenible a través del arte—, en colaboración con la OMS.

 

Fue, de hecho, la Oficina Regional de esta agencia para Europa la que marcó un hito relevante con la publicación en 2019 del mayor informe hasta la fecha sobre las pruebas subyacentes a este papel de las artes. El análisis de los resultados de más de 3.500 estudios científicos mostró que “pueden tener un impacto potencial en la salud mental y física” de diferentes formas.

 

Entre otras, afectar a los determinantes sociales de la salud, favoreciendo el acceso al sistema sanitario de grupos marginados, contribuyendo al desarrollo infantil, disminuyendo el deterioro cognitivo y la fragilidad en edades avanzadas, fomentando comportamientos saludables, reduciendo el estrés, apoyando la prestación de cuidados, ayudando a las personas con trastornos neurológicos y del neurodesarrollo, así como contribuyendo en la atención al final de la vida.

 

 

FUENTE sinc