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Nunca he hecho mucha distinción entre deportes. Un deporte es un deporte, una actividad física que tiene recompensas lúdicas. Unos son más técnicos, otros son más duros, algunos más agradecidos al poco de empezar a practicarlos, algunos parecen más chulos, los menos, aburridos y otros conllevan más riesgos para la integridad física.

 

Siempre he supuesto que los deportes de riesgo son los que se practican al aire libre, donde el entorno no es controlable y un pequeño fallo puede pagarse caro. A modo de hipérbole Un escalador ascendiendo solo y sin cuerda por el Capitán, puede que experimente mayor concentración de endorfinas que un jugador de voley, pero desde luego dispone de más papeletas para no poder contar sus experiencias. Impepinablemente las compañías de seguros saben cuales son los deportes de riesgo, sobre todo a la hora de definir sus pólizas. Pero la ciencia está empezando a borrar ciertos límites, al menos desde el punto mental y emocional.

 

El Centro Nacional Francés de Investigaciones Científicas ha estado estudiando a los participantes de los eventos de Trail Running UTMB Montblanc en el proyecto The Ultra Présent, presentado en el sitio Ultra Sports Science por la investigadora en ciencias sociales Mathilde Plard. Y ha concluido que la práctica del trailrunning aumenta la percepción de autoeficiencia, el cerebro está más abierto al momento presente y fomenta un vínculo muy fuerte con la comunidad. Para la doctora Plard está claro que el Trail Running es una opción para las personas que sufren emocionalmente o padecen episodios de depresión.

 

En breve, el deporte outdoor pasará a ser parte de los tratamientos médicos prescritos para personas con un estado mental y emocional decaído. O al menos así lo ven científicos de la Universidad de Portsmouth que actualmente están trabajando para analizar la natación en aguas abiertas como ecoterapia, una intervención terapéutica a través de la naturaleza. El objetivo de este estudio es observar cómo evolucionan las personas con síntomas de depresión frente a los tratamientos tradicionales. Esperemos que al menos tan bien.

 

Uno esperaría que todo deporte mejorase el estado anímico del practicante…pero no es oro todo lo que reluce. Un estudio de la Universidad de Victoria, Australia, revela que alrededor del 66% de los niños y jóvenes que practican deportes de equipo sufren algún tipo de violencia. La mayor parte de las veces, el ataque es efectuado por los propios compañeros en forma de motes, insultos o hasta agresiones físicas, seguido por los entrenadores y, por último, los padres. “A menudo, [las víctimas] dejan el deporte. Es posible que solo dejen el equipo en el que están, pero hay algunas personas que dejan el deporte por completo” Afirma la doctora Mary Woessner, autora del citado estudio.

 

Pero además de la violencia, algunos deportes de equipo que permiten un alto contacto (como el rugby, fútbol, fútbol americano, hockey sobre hielo, lacrosse o lucha libre) provocan que jóvenes de instituto tengan un 50% más de probabilidades de de abusar de los estimulantes recetados en la década posterior a la graduación, que sus compañeros practicantes de deportes de no contacto. A esa conclusión ha llegado un estudio de la Universidad de Michigan por el doctor Philip Veliz que, además, afirma que los participantes en deportes sin contacto tienen mejores resultados académicos que aquellos practicantes de deportes de alto contacto físico.

 

Y por si eso fuera poco, la Universidad de Oxford Brookes ha encontrado “evidencia concluyente” de que los impactos repetitivos en la cabeza, que se producen en ciertos deportes de contacto, causan encefalopatía traumática crónica (ETC). La Encefalopatía Traumática Crónica fue una enfermedad descrita por el Dr. Bennet Omalu, forense nigeriano, diagnosticada en el cerebro del jugador de fútbol americano Mike Webster, y el tema de la película La Verdad Duele protagonizada por Will Smith en el 2015.

 

Un infierno llamado deporte de Élite

 

Pero quizá, la característica más perjudicial para la salud mental de los deportistas es la competición, la alta competición. Un deportista de élite engranado como un reloj de alta precisión, en el pináculo de potencia física, puede colapsar por la presión que ejerce la competición. Tal fue el caso de la tenista Naomi Osaka que se retiró del Abierto de Francia porque había estado luchando contra la depresión y la ansiedad. Al poco tiempo la gimnasta olímpica Simone Biles se retiró de varios eventos en los Juegos Olímpicos de Tokio debido a problemas de salud mental.

 

Y, con respecto a la presión que ejerce la competición, los deportes outdoor no son inmunes. Kai McClelland, corredora de cross de la Universidad Trinity en San Antonio, Texas, dejó de correr por la ansiedad y la depresión. “Había mucha presión para tener éxito y acceder a clases de colocación avanzada y no clases regulares. Me estaba volviendo loca y pedir ayuda era como admitir debilidad”.

 

Si le pregunta a un atleta si está deprimido, creemos que intentará negarlo” - advierte Eugene Hong, director médico de la Universidad Médica de Carolina del Sur - “Muchos atletas jóvenes temen que si hablan de tener problemas de salud mental, se les apartará del equipo y podrían no tener las mismas oportunidades que si no hubieran admitido sus problemas mentales”. Lo cierto es que el deporte de élite puede ser casi una enfermedad entre sus practicantes, un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine concluyó que el 16 por ciento de los ex atletas tenían sentimientos de angustia y el 26 por ciento sufrían de ansiedad y depresión.

 

Para todo hay solución

 

¿La conclusión del artículo es que hay deportes buenos y deportes malos para la salud mental? Desde mi punto de vista no. Todos los deportes tienen sus pro y sus contras en sus distintas facetas. Para el aficionado medio, casi todo son beneficios. Y las consecuencias perjudiciales son subsanables con las medidas apropiadas.

 

Por ejemplo, para los deportistas en edad escolar Patrice Harris, MD, MA, FAPA, presidenta de la Asociación Médica Estadounidense recomienda que los padres sean proactivos con respecto a la actividad deportiva de los hijos, se interese sobre el estado de ánimo del mismo y que asistan a los entrenamientos y partidos para controlar que el entorno no sea tóxico.

 

En el deporte de élite el Comité Olímpico de los Estados Unidos ha desarrollado dos herramientas de reconocimiento de salud mental para evaluar a los 4500 atletas con los que trabaja regularmente para detectar si están en riesgo o ya experimentan problemas de salud mental.

 

Y la Asociación de Fútbol Británica ha aprobado la prohibición de cabecear en los partidos de fútbol de Inglaterra por parte de los jugadores en partidos de nivel sub-12 desde el comienzo de la temporada 2022-2023.

 

Desde mi punto de vista, los deportes outdoor tienen un mayor poder regenerativo de la salud mental porque transcurren en un entorno que permite la conexión del deportista con la naturaleza. Pero no cabe duda de que todos los deportes, si se rebaja la tensión competitiva, se diluyen las expectativas poco realistas y se erradican los comportamientos antisociales, mejoran en varios enteros los tratamientos médicos con ansiolíticos.

 

 

FUENTE: as