Por: Jorge Luis Telles Salazar
= Un viaje de tres horas, a bordo del Buquebus.
= Sede de la primera copa mundial de futbol, en 1930
= Estadio centenario, patrimonio de la humanidad
= Vale la pena su inclusión en el tour por Sudamérica
Agregar un día más a nuestra visita a la ciudad de Buenos Aires, abrió la posibilidad de un recorrido de nueve horas por Montevideo, la capital de Uruguay, ubicada justo frente a la capital de Argentina, a 220 kilómetros de distancia, Río de la Plata, de por medio. Jornada libre del itinerario por Sudamérica, así que la oportunidad de conocer la sede del primer campeonato mundial de futbol (en 1930), era inmejorable.
Existen tres formas de viajar de Buenos Aires a Montevideo: una de ellas, en ómnibus, en un recorrido de 8 horas, hacia la región de Colonia, Uruguay, una vez que se cruzan los ríos Paraná y Uruguay. Una gran parte del trayecto es con vista panorámica, siempre con el Río de la Plata de fondo; otra, más sencilla, en avión, en un vuelo de solo 30 minutos, con puntos de partida tanto en el aeropuerto internacional como en el doméstico y una más, en crucero sobre el citado Río de la Plata, en una travesía de 3 horas.
Elegimos la tercera y seleccionamos el Buquebus, como medio de transporte, una empresa de Ferris que cubre el trayecto a lo largo del día y que ofrece servicio estándar y de primera clase, ambos con acceso a restaurant, bar y tienda de recuerdos. La salida era a la 7 de la mañana, para llegar a Montevideo a las 10. El regreso igual: a las 19, para arribar a las 22, a los muelles de la capital de Argentina. Nuestro paquete incluía un desayuno, de entrada, un tour por los puntos de mayor atractivo turístico y una comida hacia el final. El trámite migratorio, sin contratiempos. Basta el pasaporte mexicano para ingresar a tierras charrúas.
El Rio de la Plata nace en la desembocadura de los ríos Paraná y Uruguay y termina en Punta del Este, el balneario más importante en el mapa turístico de la zona, de tal suerte que su longitud total es de 325 kilómetros, antes de pasar a formar parte del Océano Atlántico. Su anchura es de 221 kilómetros, por lo que es fácil confundirlo con el mar. De hecho esa es la percepción generalizada, a lo largo de la travesía: que viajamos en aguas marítimas y no sobre un río, en este caso el más ancho del mundo, obviamente.
Muchos argentinos que laboran o son propietarios de negocios en Uruguay hacen el viaje con frecuencia de dos a tres veces por semana y hay quienes lo hacen prácticamente a diario. A la inversa es exactamente igual. Hay una gran movilización y conectividad entre ambos países, coincidentes en muchos aspectos, no solo, precisamente, en su adictividad al mate; su amor al tango y su exacerbada pasión por el fútbol (así con acento en la u).
Al tour por Uruguay seguirá, un día después, un vuelo doméstico hacia Puerto Iguazú, para cruzar la línea fronteriza hacia la ciudad de Foz de Iguazú, en Brasil, y conocer las impresionantes cataratas de Iguazú, las cuales son tan espectaculares o más que las del Niágara, en Canadá. Esta red de cascadas se ubican justo en la intersección de los tres países: Brasil, Argentina y Paraguay y constituyen el principal atractivo turístico de la región, con miles de visitantes año por año, procedentes de todas las latitudes del mundo.
Del mismo modo, hemos concluido ya nuestra agenda por Buenos Aires, la que incluyó lo más emblemático de la ciudad más europea de América del Sur: Plaza de Mayo, Avenida 9 de Julio, el Obelisco – con sus 70 metros de altura -, Congreso Nacional, Casa Rosada, Catedral Metropolitana, El Cabildo, Teatro Colón, Barrio de San Telmo, la Boca – territorio de Diego Armando Maradona -, la Callecita, la Plaza de la República y los exclusivos barrios de Palermo y la Recolecta, sin faltar la fiesta gaucha, ni el show de Tango, por supuesto.
Y bien.
De regreso a Uruguay, todo el tour a pedir de boca, con los puntos más icónicos de esa ciudad, cuya arquitectura marca un acentuado contraste entre edificios viejos y descuidados, que datan desde el siglo XVI o XVII y las modernas construcciones, entre las que destaca una réplica del mundialmente famoso barco de vela, hotel que es uno de los símbolos de la ciudad de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.
Montevideo es una ciudad mediana, con una población de un millón 500 mil habitantes, sobre una superficie de 200 kilómetros cuadrados. Es una de las ciudades más tranquilas del mundo, con porcentajes mínimos de inseguridad y con números aceptables en cuanto a su actividad económica. Kilómetros adelante está Ciudad del Este, ya bañada por las aguas del Atlántico y una de las ciudades de América del Sur, con más turismo internacional, por lo espectacular de sus playas y su imponente oferta hotelera. De primer nivel.
Un día no basta para captar los detalles de Montevideo; pero si para el clásico “vuelo de pájaro”, sobre sus sitios de interés: la plaza Independencia, el estadio Centenario – sede del Mundial del 30 y patrimonio de la humanidad -, el teatro Solís, el mercado agrícola de Montevideo, el mirador panorámico, las playas de Rambla, el Palacio Salvo, la calle peatonal Sarandí y el casco histórico de la ciudad.
A las 7 de la noche ya estábamos a bordo del Buquebus para emprender el regreso a Buenos Aires. No es Montevideo una ciudad imponente; pero si con muchos atractivos. Pudiera no ser su destino principal en su viaje por Sudamérica; sin embargo, bien vale la pena su inclusión.